1. |
El gomero en la ventana
01:36
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2. |
Conejos
03:39
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Los días huyen, sin ti, mi añorada,
y algo me puja voraz en la dermis
volviendo al sexo de pronto el carozo,
núcleo dulzón de mi cuerpo, que exige.
Crece en mi sangre, deforma mi vista,
me ahueca un hambre y me pierdo en deseos:
una criatura me crece, un conejo:
un miedo célere a la soledad.
Los acicates ingiero, el cacao,
tras los moluscos más vivos que carnes,
y vierto en lunas mentales mi crema.
Tras el relajo resurges, mujer,
orbe de honduras, promesas, de sales,
volviendo a mis ojos del pene pensares.
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3. |
Ojos de felino
02:28
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Un domingo cualquiera, este domingo,
una noche cerrada en mi mansarda,
tan lejos aunque afuera las ventanas
ardan como ojos hondos de felino.
Esta noche tan solo que me espanto
de lo que adentro pueda en mí pujar:
busco entre las letras rescatar
del susto el soplo loco en que me hallo.
En un domingo frío sin sentido,
si no hace sueño ni hambre, si no río,
si no en el vino mío si no hay sino,
algunos versos caven este tiempo
quizá con su repiquetear de huesos:
muelas lenguas su descuerar cerebros.
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4. |
Luna y lluvia
03:37
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Esta noche voy
a la luna.
Y cantando soy,
cantando me voy
a la lluvia.
Cuando tú te vas
y no hay nada más
que lluvia,
el cielo pierde luz,
el ojo traga luz
y nubla.
Esta noche voy
a la lluvia.
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5. |
Spaghetti Huachaca
01:43
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6. |
El ángel del bar
01:58
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Vuelvo hoy a divagar,
la misma calle, el mismo bar
donde contemplé a un ángel.
Fue hace un mes y aún recuerdo
esta mesa, el ángel azul.
Sangraré los recuerdos,
ardientes espejos.
Vuelvo ya a divagar
en este bar de Santa Isabel,
donde el amor se rive en copas.
Allí está, se menea,
me mira espumando,
mordiéndose el labio.
Y el ángel, me mira curioso,
y me da una bofetada
deliciosa como un terremoto.
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7. |
Arrebolada sangre
01:50
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Qué esta sensualidad
cual can en la carne,
carcomiendo mi calcárea estructura.
Y qué su músculo
que arrobeloada sangre
remata dando inicio
a otra luna.
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8. |
El cuerpo entero
02:20
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En un beso reside el cuerpo,
con sus gozos y heridas
abrazándonos, múltiples y enteros.
En un beso, uno solo,
nuestras lenguas se trenzan como espigas
que soleados afluentes fertilizan.
Que otro beso redima
nuestro ardor y que todo
nos aúne brillando con su gozo.
En solo un beso el cuerpo entero.
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9. |
La luna olea
01:50
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La luna olea espumosa
y huele a juncos y lotos.
Por la barba tormentosa
mese plata, musgo loco.
Vejez seca y hueca canta,
y en su canto reflorece.
Su alma por la luna baila
cual cabro fresco que excrece.
Y el musgo despierta, piel
de olas y recuerdos, de otras
barcas, de otras aguas rosas.
Y en remolinos su miel
le ahogaban, le resucitan.
Y a cantar luna, agua incitan.
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10. |
Verdes frambuesas
02:52
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La piel de nieve y las frambuesas verdes,
en sus labios mojados, dientes nubes,
su tez brillaba con el oro núbil
de los primeros años y ambiciones.
Y yo que no tenía nada, nada
si no esta piel de harapos chamuscados,
y el polvo de los días por corona.
Me moría por saborear su tez.
En un soplo pasaron nuestros años.
Despechado, la enterré en la memoria.
Y fui feliz debajo de otros paltos,
hundidos en otras carnes de frambuesa.
Hasta hoy: nos cruzamos por azar.
Sus ojos secos cual carbón me vieron,
su piel floja se puso de gallina,
pero su lengua al fin no supo hablar.
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11. |
Siete correas
03:06
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Ya cumplíamos siete años
y estaba el mundo esperando,
tan quieto libre y solo, tan ansioso,
y pedaleábamos hasta el horizonte.
Cuando mentí a los mayores me dijeron
siete correas en las nalgas por no ser bueno.
Una ducha fría y a la cama que ya está bueno.
Ya cumplíamos quince años,
ardiendo por meterla, tan calientes,
y pedaleábamos a la punta del cerro
y luego nos tirábamos con los ojos cerrados.
Y cuando mentí a los mayores me dijeron
siete correas en las nalgas por no ser bueno.
Y cuando lloré a mares de pánico me dijeron
una ducha fría y a la cama que ya está bueno.
Volábamos hacia el cielo
en sueños libres.
Volábamos hacia el sol
a quemarnos y morir libres.
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12. |
Mares singlé
02:26
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Destino errante, mares yo singlé,
con la esperanza de volver a mí,
al agua madre, quieta, do nací,
al agua mansa a comprender mi sed.
Allende el firmamento, que en mí observo
destacan esas aguas, dulces, lácteas,
y en ellas baño el sueño, la esperanza
y luego vuelvo al cuerpo y me reseco.
Comprendo hoy de la sed que soy el hado,
la errancia y variación hasta el cansancio.
Mas sigo bajo el sol, ojos del cielo.
[Ignota creación, para nosotros,
este vagar y el agua dentro, en todo;
amarga sal, empero, al singlar lejos.]
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